Contenidos
Equipamiento del ejército ucraniano
La innovación en tecnología militar permite la forma de guerra de Rusia e informa de nuevos conceptos de operación y pensamiento militar en torno a la guerra futura, especialmente las ventajas asimétricas contra competidores más poderosos.
Los nuevos sistemas de armas, apodados superoruzhie (“superarmas”) de Putin y presentados por primera vez en 2018, señalan la intención de Rusia de innovar en el campo de la industria de la defensa para contrarrestar la superioridad militar convencional percibida de los competidores de grandes potencias como Estados Unidos y sus aliados de la OTAN.
Rusia persigue la integración gradual de tecnologías asimétricas de multiplicación de fuerzas en sus sistemas de armas establecidos y heredados. Mientras tanto, la industria de defensa está desarrollando nuevos sistemas y capacidades en robótica militar y ha integrado con éxito en sus operaciones militares vehículos no tripulados, en particular drones aéreos. En el sector espacial, Rusia está tratando de desarrollar capacidades capaces de contrarrestar e interrumpir las operaciones satelitales del adversario. Por último, se están desarrollando tecnologías de inteligencia artificial con vistas a perturbar los sistemas de mando y control y las instalaciones de comunicación occidentales, así como a establecer una superioridad informativa.
Armas rusas, 2021
Mientras tanto, un nuevo análisis de Jane’s revela el lunes que el equipo de la 4ª División de Tanques de Rusia se ha trasladado a las zonas de Bryansk y Kursk, cerca de la frontera norte de Ucrania. Las unidades están equipadas con carros de combate principales T-80U y artillería autopropulsada.
También se han visto en la zona elementos del 1er Ejército de Tanques de la Guardia. El ejército “ha sido diseñado para llevar a cabo operaciones en todos los niveles de combate, desde la contrainsurgencia hasta la guerra mecanizada”, informó el análisis de Jane’s. “Suele ser el primero en recibir los últimos equipos y también se considera la formación principal para probar nuevos equipos y tácticas”.
Las tensiones han aumentado entre Moscú y Occidente en los últimos meses, ya que el presidente ruso Vladimir Putin se ha irritado al hablar de la posibilidad de que Ucrania y Georgia se unan a la OTAN, y el secretario de Defensa Lloyd Austin visitó ambos países en octubre.
Durante su estancia en Kiev, Austin fue preguntado por la candidatura de Ucrania a la OTAN. No llegó a dar su apoyo, pero dijo que Ucrania “tiene derecho a decidir su propia política exterior”, y que Estados Unidos “seguirá haciendo todo lo posible para apoyar los esfuerzos de Ucrania para desarrollar su capacidad de defensa”, añadió.
Militares rusos anticuados
A menudo se considera que las tecnologías emergentes y disruptivas (TED) tienen el potencial de revolucionar las estructuras gubernamentales, las economías, los ejércitos y sociedades enteras. Los dirigentes rusos comparten esa creencia. El Kremlin percibe la capacidad de innovar como una capacidad de una gran potencia, que ayuda a alcanzar los objetivos en la competición estratégica. Rusia reconoce que los EDT serán fundamentales para la disuasión militar general del país y la postura de defensa, y también permitirán al régimen aumentar el control sobre la sociedad rusa. Por tanto, la incorporación de Rusia a la carrera tecnológica parece menos una elección y más una necesidad existencial por razones tanto externas como internas.
Aunque una nueva era de “competencia de grandes potencias” ha invitado a comparaciones con la Guerra Fría, la competencia estratégica actual entre Estados Unidos, Rusia y China -con múltiples competiciones simultáneas bajo conjuntos de reglas diferentes o superpuestas- es más compleja e impredecible que la anterior rivalidad entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Las interdependencias económicas a largo plazo coexisten con desacuerdos estratégicos fundamentales, mientras que las contiendas ideológicas e institucionales se centran en la elaboración e interpretación de reglas y normas. En consecuencia, las formas y los medios de participar en las competiciones estratégicas varían desde la búsqueda de la seguridad y la prosperidad a través de términos cooperativos e institucionales estrictamente en el ámbito económico, hasta la aguda competencia político-militar por el poder y el estatus. La carrera por la superioridad tecnológica es un pilar central de esta competición, que podría producir una ventaja que cambiara el juego y ganara la guerra.
Equipamiento del ejército estadounidense
Las transferencias militares ruso-chinas han aumentado considerablemente desde 2015. Se han destacado por una serie de importantes transacciones de armas, incluyendo contratos históricos en 2015 para la venta de aviones de combate Su-35 y sistemas de defensa aérea S-400 por valor de 5.000 millones de dólares, seguidos de una serie de importantes transacciones de transferencia de helicópteros, tecnología de submarinos y motores de aviones. Los proyectos tecnológicos conjuntos han sido especialmente importantes debido a su expansión a nuevas áreas como la defensa antimisiles, adquiriendo una mayor importancia estratégica. Junto con el aumento de las maniobras combinadas, las patrullas aéreas conjuntas y los compromisos de líderes clave, la reanudación de las transferencias de armas a gran escala ha contribuido a una creciente convergencia militar entre Rusia y China, al tiempo que ha reforzado su asociación estratégica. Estas transferencias también están impulsando la expansión militar de China en el Pacífico occidental, contribuyendo a inclinar el equilibrio regional más a favor de China.
Sin embargo, junto a estos notables signos de progreso, también hay señales contrarias que indican que el comercio bilateral de armas es considerablemente más complicado para Rusia. Por un lado, Rusia tuvo que relajar las restricciones a la transferencia de sistemas militares avanzados y tecnología para reactivar el comercio de armas con China tras una década de desaceleración a partir de 2006. Asimismo, las ventas de armas rusas están dando paso a las transferencias de tecnología, lo que eleva los costes para Rusia en términos de futuros ingresos por exportaciones, ya que China busca avanzar en su industria de defensa. Las prácticas de ingeniería inversa de China también han continuado a buen ritmo, erosionando aún más la ventaja tecnológica de Rusia sobre China, cuyas exportaciones de armas han hecho más incursiones en los mercados de armas rusos. En resumen, la reciente mejora de las relaciones militares ha tenido un precio importante para Rusia. Para compensar estas pérdidas, el Kremlin tendrá que encontrar formas de aprovechar la creciente base tecnológica de China para sostener su industria de defensa, o en algún momento podría encontrarse en una creciente desventaja en futuros tratos de armas con Pekín.